San José es, con bastante seguridad, de los santos más relevantes en la historia de la Iglesia. No sólo por el título que recibe de ser el padre terreno de Jesús, sino por el modo en que dispuso su vida a seguir la conducción de Dios. ¿Qué hace a éste hombre, hijo de Jacob, un modelo de santidad? ¿Cómo es que, diciendo prácticamente nada en el Evangelio, se configura como un hombre ejemplar, como una inspiración aun en nuestros días?
San José fue un hombre silencioso, en él reconocemos a un hombre sobrio en el hablar, pero lleno de convicción a la hora de actuar. Su silencio da lugar al gesto, deja espacio al acto, que finalmente habla más fuerte. El silencio en José es de esas virtudes que se conquistan mediando un claro conocimiento de uno mismo. Ahí radica el núcleo de un silencio que se vuelve activo, comprometido y atento. Justo allí se encuentra una de las claves más centrales de una existencia que se plantea como religiosa
San José fue un hombre dócil, justamente allí reconocemos el modo en el que estaba disponible para Dios. Es necesario declarar con firmeza que la virtud de la docilidad no tiene absolutamente nada que ver con la estrechez equivocada de un sometimiento nacido de la poca convicción personal. José no era un hombre que se dejara llevar por el primer discurso que pasara por delante. José era un hombre de fe, de eso trata la verdadera docilidad. De poner la vida en manos de Dios; en ese Dios que nos quiere hacer felices. Ser dócil es tener muy claro dónde tengo puesta mi confianza, dónde puedo dejarme conducir con la certeza de que quién me conduce, en primer lugar me ama.
San José fue un hombre enamoradode María-mujer y es en vistas a ese amor real, que pudo asumir convencido la totalidad del desafío planteado por Dios: ha confiado a su corazón el cuidado de María y el Hijo de Dios que ella concebía en su santo vientre. De los enamorados, de los apasionados por el amor es el rumbo de la historia. Sólo en ellos radica la capacidad misteriosa de transfigurar el camino que recorren, las personas con las que comparten el camino, incluso, la propia experiencia vital. Y sabemos muy bien por qué: El Dios de Jesucristo es el Dios-amor. Quién ama ha encontrado el mejor modo de vivir desde Dios y hacia Él.
San José fue un hombre valiente, él ha escuchado a Dios, ha decidido libremente dejarse guiar por Él y, conducido por su corazón enamorado, se embarca en la aventura de su vida: será el padre de Jesús y acompañará a María en el desafío que supone tal responsabilidad. José es un valiente porque actúa con la convicción de quienes siguen el querer de Dios y no se trata de ningún capricho. José reconoce que siguiendo la voluntad de su Creador, hará feliz a otros y, entonces, encontrará su propia plenitud. Allí radica el gran misterio de su valentía.
Mucho podría decirse de San José, pero ¿que tendrá que decirle San José al Colegio que lo ha elegido como patrono?
Extracto prédica Día San José – Misa 19 marzo 2019
Padre Rodrigo Correa- Capellán
Colegio San José de Chicureo