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Ascensión del Señor

Esta semana, recordamos la Ascensión del Señor al cielo, una fiesta con la que cerramos los siete domingos del tiempo litúrgico pascual. 
Fueron siete semanas celebrando la resurrección, siete semanas sin encontrarnos físicamente en la eucaristía, siete semanas aprendiendo a vivir de un modo diferente, a trabajar de un modo al que no estábamos acostumbrados, a estudiar de una forma que nos ha desafiado cada semana.  
Poco a poco hemos aprendido a manifestarnos el cariño a la distancia y a ponernos al servicio de los demás. Es un tiempo donde Jesús nos invita a estar más cerca de Él ofreciéndonos su compañía, caminando junto a nosotros en esta vida nueva, incierta y desafiante que nos ha tocado vivir.
El Evangelio de Juan sitúa la entrega del Espíritu en el encuentro de los discípulos con Jesús resucitado (Jn 20). Los Hechos de los Apóstoles, en cambio, sitúa el envío del Espíritu posterior a la ascensión en una secuencia que ordena la gran revelación del Dios Uno y Trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo. 
En este tiempo, pidamos a Dios Padre que nos regale fe y esperanza para continuar con las responsabilidades y tareas que nos toca enfrentar en nuestros hogares, en nuestros trabajos y con nuestros hijos. 
Estamos viviendo momentos muy convulsionados. Es por eso que los invitamos a depositar nuestra confianza en Dios y que sea la fuerza del Espíritu Santo quien nos levante cada mañana y nos permita seguir avanzando para potenciar aún más cada uno de los dones que hemos recibido.